martes, 7 de septiembre de 2010

El Equipo Funcional


La mención al Trabajo en Equipo
se ha vuelto un tema recurrente en ámbitos organizacionales, atribuyéndole por un lado propiedades cuasi mágicas para resolver problemas de productividad, motivación, en definitiva la tan perseguida competitividad, o con una connotación de actualidad, lo que no puede faltar en la empresa actualizada. Así nos encontramos con grupos de trabajo que lo único que tienen de equipo es el nombre, y otros (los menos) que, a veces sin pretenderlo, realmente funcionan como tales.

De hecho, el concepto de equipo está omnipresente en la naturaleza, en los insectos organizados en sociedades, en los mamíferos carnívoros que cazan en grupo, en los rumiantes que viven en manadas, etc. A nivel humano, los primigenios grupos cazadores y recolectores trabajaron en equipo al aplicar a su organización para un objetivo común el desarrollo de los instrumentos tecnológicos originales, palos y piedras arrojadizas, luego hondas, lanzas y flechas, y la difusión de ese conocimiento que les permitió obtener mayores presas. A un desarrollo tecnológico posterior, la navegación a vela y remo, pertenece etimológicamente su denominación: los pueblos nórdicos europeos llamaban skip a la tripulación de sus barcos, de donde pasó al francés équipe y équipage, y el resto ya es historia.

Hoy en día, de vuelta de conceptos tayloristas y del trabajo en cadena, se destaca la complejización de la cultura y de los procesos productivos, en un marco social en que la información y el conocimiento marcan una nueva era, y se rescata este viejo concepto de equipo con un lustre de novedad. Y en buena hora, porque es sin duda desde diversos puntos de vista la forma más “humana” para un trabajo satisfactorio.

Pero, ¿en qué consiste realmente el trabajo en equipo? Abundan las definiciones que apuntan esencialmente a la alineación con un propósito común, a la interdependencia de sus miembros, a su capacidad de aprendizaje, a la mentada sinergia, todos conceptos que sin duda conforman las características de un equipo.

Sin embargo, nuestro propósito hoy apunta en especial a un Modelo de equipo, y por ello hablamos (lo del título) del Equipo Funcional, desde una doble lectura: Funcional, porque necesariamente debe responder a una necesidad específica. Y Funcional también, porque se definen en este modelo cinco funciones esenciales, que en mayor o menor grado deben satisfacer los equipos.

Esta funcionalidad específica de un equipo respecto de su propósito es el primero (y por tanto básico) de los aspectos a considerar. No es lo mismo un equipo deportivo que un equipo investigador o un equipo vendedor; incluso el equipo deportivo difiere si se trata de fútbol, tenis, rugby, carrera de postas, etc.

Por tanto, el propósito del equipo determina su especificidad, y ello su estructura, composición, perfil de competencias requeridas, recursos, etc. No se puede hablar de equipo, sino de equipos en plural.

Más allá del buen propósito, y de los abordajes técnicos más o menos fundados, salvo excepciones se cae en la generalización de procedimientos, metodologías o simples recetas que buscan una eficaz administración de los recursos, una selección adecuada de sus integrantes, y una dinámica de liderazgo y motivación que asegure los resultados. Sin embargo, el primer punto a dilucidar es si realmente es necesario un equipo, y qué tipo de equipo, para determinada tarea.

El otro sentido de Equipo Funcional alude a las funciones que hemos identificado como imprescindibles, aunque su peso difiera según el propósito de cada equipo, determinando un perfil específico en cada caso. Estas funciones son responsables en su interacción por el resultado del Equipo.



La Función Productiva configura el propósito central del equipo, su razón de ser. Requiere además de una utilización eficiente de los recursos, la aplicación de principios de calidad y la necesaria adaptabilidad para poder hacer frente a los cambios permanentes que el mercado exige.




La Función Coordinadora debe asegurar la coherencia de las interacciones al interior del equipo, la disponibilidad de los recursos y apoyo necesarios en el momento adecuado y en el lugar preciso, manteniendo las acciones alineadas con las metas de la organización.




La Función Comunicacional gestiona la información y el conocimiento pertinente y necesario, difunde la información y asegura la cohesión y pertenencia del equipo a través de las interacciones de los integrantes. 





La Función Desarrolladora procura nuevas propuestas sobre productos y servicios, procesos, formas de interacción y crecimiento; evalúa su factibilidad y las implementa. La creatividad y la innovación son la base de la capacidad del equipo para integrar nuevas formas y conceptos, en una superación permanente.


La Función Organizativa responde por la asunción de las metas, la orientación de las actividades y evalúa los logros según líneas de acción alineadas con las orientaciones estratégicas de la organización. Desde la planificación que identifica y define objetivos, a la programación que atribuye tareas, responsabilidades y recursos, hasta el control que monitorea, evalúa y retroalimenta todos los procesos.



Esta definición de funciones y sus componentes de diferentes grados permite asimismo evaluar las brechas existentes en el desempeño deseado, y establecer las necesidades de capacitación y desarrollo de las competencias requeridas. Se cierra así un círculo que permanentemente redefine el perfil idóneo, evalúa el desempeño, y corrige la orientación y las competencias personales puestas en juego, en un sistema autopoiético, que se reconstruye a sí mismo cíclicamente, en respuesta a los nuevos requerimientos del medio. Así el equipo deviene en Funcional, al adaptarse y responder de la manera más ajustada posible a los desafíos siempre cambiantes de una competitividad ineluctable.



Psic. Wildo Perdomo
Desarrollo Humano
CSNET – Consultora Sudamericana
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